QUÉ SIGNIFICA ‘WELLNESS’ PARA MÍ

Siempre he sido una persona interesada en cuidarse. La moda, la belleza, mantenerse sana, comer "bien", ese tipo de cosas. Cuando tenía diecisiete años, en mi último año de instituto, empecé a tener la vista borrosa. 8 semanas después, estaba ciega. Tenía una inflamación del nervio óptico que se había dañado de forma irreversible.

La gente podría pensar que perder la vista te hace menos superficial, y sí, lo hizo. Pero internamente, me preocupaba aún más lo que los demás pensaban de mí. Sentía que tenía que sobrecompensar el hecho de ser ciega. No quería que mi ceguera me definiera. Seguía teniendo rutinas de autocuidado, pero se centraban en lo que los demás veían y en lo que pensaban de mí. Como comer bien para estar delgada o tener una piel bonita. Seguía tratándose de "conformar" a los demás.

Este año ha sido muy duro. Me ha obligado a hacerme algunas preguntas profundas. Ahora estoy embarazada de 7 meses de un niño. De repente, me digo: "Tengo que empezar a enfrentarme a lo que realmente me pasa". Me he dado cuenta de que he trabajado tanto para superar la percepción que tiene la gente de mí que me he descuidado.

Cuando estaba en una relación tóxica, apenas conocía el significado de la palabra 'Wellness'. No estaba 'bien' en absoluto. Estaba muy, muy enferma. Comía tostadas y pasta porque no podía comprar mi propia comida. No pensaba para nada en mis propias necesidades. Mi ex, con quien estuve desde los 15 años, era muy controlador. No le gustaba que saliera de casa y elegía a todos mis amigos por mí, a menudo escondiendo las llaves de mi coche. Pero sabía cómo fingir ante la multitud para que nadie, ni siquiera mi familia más cercana, supiera el alcance del abuso emocional y físico que sufría.

Un día mi hija me dijo que no quería ser una chica porque las mujeres tienen que quedarse en casa y hacer lo que sus maridos les dicen. Eso desencadenó algo en mí. Supe que no podía seguir así y darle esa vida. Ideé un plan de escape y me fui de allí.

En cuanto decidí marcharme, mi increíble hermana se apresuró a trasladar todas mis cosas a un nuevo piso. Cuando por fin tuve mi propio espacio, tuve que aprender a estar sola. Después de doce años sin poder tomar mis propias decisiones, fue abrumador. Pasé tiempo en el jardín procesando lentamente lo que había sucedido. La atención plena, el reiki y la meditación fueron esenciales para mi recuperación y para volver a entrar en el mundo.