Como el resto de la piel de tu cuerpo, el cuero cabelludo elimina las células de piel muerta expulsándolas hacia el exterior, donde se transforman en escamas y caen, naturalmente. Estas escamas suelen ser pequeñas e inapreciables. Cuando el proceso se acelera por encima del ritmo normal y las escamas se vuelven más visibles y numerosas, surge la caspa.
La causa original de la caspa es un microbio que tenemos todos en el cuero cabelludo, denominado Malassezia globosa. Este microbio se alimenta de los aceites naturales de la piel (el sebo). Cuando el sebo se descompone, genera un subproducto denominado «ácido oleico». Muchas personas tienen sensibilidad al ácido oleico y esto les provoca irritación e inflamación.
A su vez, esta inflamación hace que el cuero cabelludo aparezca enrojecido y causa picores, y para poder resolver esta situación, el cuerpo emite señales para que el cerebro elimine las células de la piel más rápidamente. Otros factores, como el estrés, las hormonas y la dieta, también pueden exacerbar el problema.
El ácido oleico es un ácido graso, sin olor ni color (puede tener un ligero tono amarillento). El exceso de aceite es el motivo de que las escamas de caspa generalmente sean grasas, ligeramente pegajosas y de tonalidad amarilla.